¿Cómo ser un buen profesor de idiomas? Sin duda utilizando la motivación como herramienta principal en las clases. Esto favorecerá una mejor predisposición en la exposición al idioma, y posterior adquisición del mismo.
Después de algunos años enseñando español, al comienzo de cada nueva etapa siempre me pregunto qué puedo hacer para mejorar mi práctica docente. Una vez más, y sin dejar de lado aspectos como el conocimiento de la materia, las técnicas de enseñanza o el manejo del grupo, considero que la mejora de la práctica va directamente unida a nuestra capacidad para motivar al estudiante.
¿Por qué es importante la motivación para aprender idiomas?
La adquisición del lenguaje, entre otras muchas cosas, requiere tiempo. Sí, mucho tiempo de exposición al idioma que generará los mecanismos necesarios en el estudiante para ir adquiriendo y, progresivamente, utilizando el español.
Debido a que el tiempo de la clase es reducido, y que los estudiantes no se exponen suficientemente al español en este contexto, es necesario que estos realicen esta exposición al idioma fuera de la clase, en su tiempo libre. Es aquí donde entramos en juego como motivadores. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para que los estudiantes salgan de la clase con ganas de escuchar, ver o leer alguna propuesta en español, inicialmente motivada en la clase.
Verdaderamente es aquí donde el estudiante estará sentando unas buenas bases para su mejora del español. Con una práctica regular en su tiempo libre, más el refuerzo de las actividades y conversaciones de la clase, la progresión va a ser imparable.
¿Cómo generar motivación en el estudiante?
Vamos a exponer 4 ejemplos de la práctica como profesor de idiomas que consideramos imprescindibles para generar motivación.
1. Entusiasmo en la clase.- La disposición del profesor en la clase de idiomas debe ser contagiosa para el grupo. Además de promover actividades, escuchar a los estudiantes y facilitar su experiencia en la clase, debemos mostrarnos positivos y atraídos por los temas que se tratan. Aunque haya algunos temas que nos gusten más que otros, haremos todo lo posible por adaptar aquellos que menos nos gustan para que tengan nuestro toque personal. Esto marcará la diferencia a la hora de enseñarlo en la clase, así como la asimilación por parte de los estudiantes.
“Si el profesor no muestra interés por el tema de la clase, difícilmente el estudiante va a sentirse atraído por el mismo”
2. Realidad y anécdotas.- Enseñar un idioma tiene la gran ventaja de tener a tu disposición todos los temas de conversación existentes. Sin entrar en detalles demasiado personales, la explicación de la realidad, y los comentarios sobre la misma, generan un estado de atención para el estudiante muy enriquecedor. Es así ya que con este simple hecho se ponen en práctica los dos aspectos más importantes en la adquisición del lenguaje: exposición, gracias a que los estudiantes escuchan interesados la historia / anécdota que tú les cuentas + información comprensible, ya que el relato hace referencia a algo de la vida cotidiana, que ellos conocen por ser tus estudiantes y que, posiblemente, se asemeja a otro relato similar de días anteriores.
Igualmente, es recomendable utilizar temas que le generen interés directo al propio estudiante. Bien sea porque es su hobby, una actividad que le gusta hacer en sus vacaciones o simplemente algo con lo que él se siente cómodo hablando. Si a ti te gusta ese mismo tema, genial; ya tenéis algo en común que aprovechar para futuras clases. Si no te gusta, o lo desconoces, perfecto; aprovecha para mostrar interés, hacer preguntas y aprender de esa información que desconoces.
3.- Aspectos culturales.- Es muy probable que muchas de las personas adultas que comienzan a aprender español lo hagan porque se sienten atraídos por determinados aspectos culturales que conocen. Idioma, gastronomía, celebraciones, religión, arte, música, etc… Aprovechemos el interés que genera lo desconocido para dar a conocer aspectos culturales particulares de nuestras ciudades, regiones o pueblos. Por suerte, el idioma español se habla en más de 20 países distintos, por lo que la variedad de diferencias culturales es abismal entre muchos de ellos. Seguramente alguna de estas características peculiares hará que alguno de nuestros estudiantes muestre interés por visitar uno de esos países. He aquí una gran motivación para continuar aprendiendo español: los viajes.
4.- Tener un objetivo; el que sea.- Viajar a Sudamérica, comunicarse con tu pareja, o tus suegros, o ir a vivir al sur de España cuando te jubiles. No importa cuál sea, pero tener un objetivo claro ayudará a mantenerte motivado. Bien sea a corto, medio o largo plazo, va a ayudar al estudiante a generar el ánimo suficiente para continuar con la práctica.
Desde nuestra posición como profesores, debemos ayudar al estudiante a poner en contexto su objetivo. Principalmente analizaremos las posibilidades reales de que se cumpla el objetivo en el tiempo inicialmente establecido para ello. De igual manera, ofrecer nuestras experiencias para desmitificar hechos, tanto de temporalidad (“Mi amigo aprendió español en 6 meses”), como de dificultad (“Aprender español es imposible, tiene cientos de tiempos verbales”), entre otros.
Espero que estas pautas sobre la actuación como motivador os sirvan como guía en vuestra práctica habitual. No obstante, y debido a que en última instancia es una cuestión personal del estudiante el practicar o no, no te flageles si en ocasiones no se consiguen los objetivos inicialmente planteados. Simplemente estate tranquilo de haber aportado lo máximo por tu parte. Y recuerda que “dos no se pelean, si uno no quiere”.
Comments